sábado, 29 de septiembre de 2012

Sé que te echo de menos

"Solo que no sé nada". Frase histórica. Muchas veces me identifico con ella pero sé que eso es un error. Porque yo sé muchas cosas. Sé todo lo que echo de menos tus abrazos en invierno. Sé todo lo que echo de menos quedarme hablando contigo hasta la madrugada teniendo clase al día siguiente. Sé todo lo que echo de menos suspender un examen por no haber estudiado por quedar contigo. Sé todo lo que echo de menos el vuelco que me da el corazón cada vez que te veo. Sé todo lo que echo de menos que, cada vez que alguien dijese tu nombre, mis amigas me mirasen porque las recordaba a todo lo que tú y yo teníamos. Sé todo lo que echo de menos poder ir con la cabeza alta por "nuestra historia". Sé todo lo que echo de menos salir de casa y pensar "¿Me lo encontraré por casualidad"? Y que, cuando eso no pasase, la desilusión se dibujase en mi cara. Sé todo lo que echo de menos saber que me querías, o por lo menos creérmelo cuando me lo decías. Sé todo lo que echo de menos que, cada canción, me recordase a nuestros momentos buenos. Sé que echo de menos tener la sensación de que se podía acabar el mundo y me daría igual porque yo ya había hecho todo lo que quería en mi vida. Sé que echo de menos que no salieses de mi cabeza en todo el día. Sé lo que echo de menos que hasta el canto de un pájaro me recordase a ti. Sé todo lo que echo de menos recorrerme media ciudad para estar a tu lado. Y sobre todo, sé todo lo que echo de menos cada "te quiero" que me dedicabas y la sonrisa que, automáticamente, se dibujaba en mi cara.


viernes, 28 de septiembre de 2012

Ser fiel a mi misma.

Todos intentan joder, todos intentan hundirnos en su propia mierda pero, ¿sabes qué? Yo, tú, nosotros somos muchísimo más fuertes que todo eso. Que si me intentan tirar, me voy a levantar con mucha más fuerza; que si me intentan hundir, voy a salir a flote. Que todo vaya mal no significa que yo tenga que estar así. Nunca digas nunca, me dijeron y aquí sigo, al pie del cañón, aguantando todo y que no, me niego a darles lo que quieren. Me va muy bien siendo yo misma, no necesito cambiar por nada y, si no me quieres así, no me quieras de ninguna otra manera. Yo no cambio por nadie solo mejoro por quién lo merece.

viernes, 14 de septiembre de 2012

En un momento todo puede desaparecer.

Tancredi se quedó mirándola con curiosidad para ver si volvía a darse la vuelta. Davide interrumpió sus pensamientos.
-Cómo te ha mirado, ¿eh?
-Como una mujer.
-Sí, pero como una mujer que te desea. ¿Qué les das?
Tancredi se volvió hacia él y sonrió.
-Nada. O quizá todo. A lo mejor es eso lo que les gusta, quizá prefieran a los hombres imprevisibles. Fíjate... -Sacó el móvil-. Conseguí su número y le mandé un mensaje. Fingí que me había equivocado y le envié esta frase: "Te miraría millones de veces sin aprenderte nunca de memoria".
-¿Y después qué hiciste?
-Nada. Esperé toda la noche. Pensé que, teniendo en cuenta su manera de ser, al final acabaría respondiendo.
-¿Por qué? ¿Cuál es su manera de ser?
-Educada y lineal. Estoy seguro de que cuando leyó el mensaje una parte de ella quería responder por educación y la otra tenía miedo de hacer algo inapropiado.
-¿Y al final?
-Me contestó. Mira: "Creo que se ha equivocado de número". A continuación yo le escribí: "¿Y si ha sido la fortuna la que ha hecho que me equivoque? ¿Y si es cosa del destino?". Me pareció oírla reír.
-¿Por qué?
-Porque era el momento oportuno. Para cualquier mujer, incluso para la que se siente más realizada, con hijos, con una familia estupenda, satisfecha con su trabajo, siempre llega un momento en el que se siente sola. Y entonces se acuerda de lo que le ha hecho reír. Y, sobre todo, de quién lo provocó.
Davide cogió el teléfono de Tancredi. Habían seguido escribiéndose. Leyó los mensajes que habían intercambiado. El tiempo transcurría bajo sus ojos, semana tras semana.
-Para ella te conviertes en una costumbre, en algo que poco a poco empieza a formar parte de su vida. Cada día recibe una frase, un pensamiento bonito sin ninguna insinuación... -Tancredi sonrió y, acto seguido, se puso serio-. Después, de repente, paras. Durante un par de días, nada, ni un mensaje. Y ella se da cuenta de que te echa de menos, de que te has convertido en una cita inalterable, en un momento esperado, en el motivo de una sonrisa. Entonces vuelves a escribir y te disculpas, te justificas diciendo que has tenido un problema y le haces una pregunta muy simple: "¿Me has echado de menos?". Sea cual sea su respuesta, la relación ya ha cambiado.
-¿Y si no contesta?
-Eso también es una respuesta. Significa que tiene miedo. Y si tienes miedo es porque puede ceder. Entonces puedes arriesgarte y decirle: "Yo sí te he echado de menos". Y sigues avanzando. 
Le mostró otro mensaje, y otro, y después otro más. Hasta el último: "Quiero conocerte".
-Pero éste es de hace diez días. ¿Qué pasó luego?
-Nos conocimos.
Davide lo miró.
-¿Y...?
-Y, naturalmente, no voy a contarte nada de hasta qué punto llegamos a conocernos, ni de dónde ni cuándo. Con esto solo quería que entendieras que a veces las cosas no son lo que parecen. ¿Has visto a esa familia? Parecen felices, tienen dos hijos estupendos, no les falta nada. Y, sin embargo, la vida es así: en un momento... plaf. Todo puede desaparecer.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El tiempo pasa, la gente cambia.

No miro las etiquetas de la comida pasar saber cuánto engorda. Soy incapaz de pasar una semana sin tomar algo que lleve dulce y no voy a la peluquería una vez al mes para tener una preciosa melena de barbie. Reconozco que me pongo nerviosa a veces, sobre todo cuando te acercas. No soy precisamente el modelo de hija ideal, muchas veces mi habitación está hecha un desastre, pero no provoco grandes problemas. Tampoco soy la hermana perfecta pero con un par de gritos funciono a la perfección. Nunca estoy quieta, me encanta reírme y hacer el loco. Adoro la moda aunque a veces no lo parezca y soy amante de la noche. Cuando camino por la playa a mi también se me mete arena en los zapatos, porque yo también soy persona y, si me pinchas, sangro. Pero eso sí, soy única en mi especie.