domingo, 16 de enero de 2011

Si juegas con fuego, te quemas.


De repente te situas en aquel instante, en aquel preciso momento. Recuerdas cada mirada, cada gesto, cada beso que él te dedicó; te das cuenta de que ya no está a tu lado, que el tiempo os separó. Le sigues queriendo como el primer día, puedes acordarte de cada tipo de sonrisa que él tenía, de la perfección de sus ojos, o de como te hacía en pocos segundos ser la persona más feliz del mundo. Lloras, cada día, cada noche y como no, le echas de menos. No puedes olvidarle, y lo sabes. Él es feliz, al lado de aquella que un día fue tu mejor amiga y tú, te sientes traicionada. No sabes como evitar sentir todo el odio que tienes dentro, por todo el dolor que aquello te ha causado y por todas las lágrimas que por su culpa, has derramado. Les ves a lo lejos.
- Em, hola.. - Te dicen ellos.
- Hola. - Les sonríes y sigues andando.
- ¡Espera! - Te giras y les miras - Quisiéramos saber si.. bueno.. si podrás perdonarnos algún día.
- Lo que yo todavía no sé es como se os ocurre hacer esa gilipollez de pregunta. Es fácil, no, no creo que os pueda perdonar, me habéis echo el suficiente daño como para mandaros a la mierda e irme tan campante.
- Lo sentimos, de verdad que lo sentimos. Si pudiesemos hacer algo para compensarte ..
- Sí claro que podéis hacer algo.. - Te miran esperanzados- Acordaos de mi en el infierno.

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