lunes, 5 de marzo de 2012

Llámame amor, que yo, te lo haré.

Se acerca muy lento, con algo de miedo, pero con todo el sigilo del mundo. A ti, te basta solo con estar a centímetros de él, pero a él, no le basta.. Te sonríe con esa pillería que tanto te gusta, le sonríes. Poco a poco, notas su perfume acercarse a tu cuello y sus labios te susurran el más dulce de los "te quiero" al oído. No dices nada, solo miras al frente, guardando el momento, sintiendo cada suspiro cerca de tu cuello. Y, de repente, te gira con una suave caricia, esa a la que habrás dado las gracias siempre y que enciende cada poro de tu piel al miraros fijamente. Y es que, a través de ella, ves el universo. Aguantas pero, poco a poco, el amor comienza su juego acercando vuestros labios. Las dormidas mariposas comienzan su revoloteo y, al fin, todo ese amor guardado tanto tiempo, se roza convirtiéndose en uno. En ese momento, es imposible describir los trillones de sueños, sentimientos, placeres e, incluso, miedos que sientes tan solo con su beso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario