lunes, 28 de mayo de 2012

Química perfecta.

Me pongo de pie sintiéndome incómoda. Él me coge del brazo y tira de mi para que vuelva a sentarme. 
-No -matiza-. Me refiero a que tienes razón respecto a mí. No quiero colocar nada permanente sobre la cama.
-¿Por qué?
-Mi padre -dice Alex, mirando la fotografía colgada en la pared. Cierra los ojos con fuerza-. Dios, había tanta sangre. -Vuelve a abrir los ojos y me mira fijamente-. Si he aprendido algo, es que nadie está aquí para siempre. Tienes que vivir el momento, el día a día... el presente.
-¿Y qué quieres hacer ahora mismo? -le pregunto, sabiendo lo que deseo yo. Quiero curar sus heridas y olvidar las mías.
Alex me acaricia la mejilla con la yema de los dedos. Me quedo sin respiración.
-¿Quieres besarme, Alex? -le susurro.
-Dios, sí, quiero besarte... quiero saborear tus labios, tu lengua -dice mientras recorre mis labios con sus dedos, con dulzura-. ¿Y tú? ¿Quieres que te bese? No se enteraría nadie. Quedaría entre nosotros dos.

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