lunes, 26 de noviembre de 2012

Seguir ocultándolo es una tontería.

¿Que qué me pasa? ¿Que porqué solo derramo lágrimas? Por él. Siempre es por él. Solo soy una inútil perdidamente enamorada. Sí, sí, enamorada; ya me da igual todo, lo reconozco. Él me enamoró como ninguno otro podría hacerlo y después, desapareció de mi vida, jugó conmigo. Para muchos puede pareceros una historia como otra cualquiera porque la mayoría de los tíos son así. Pero para mi no, para mi es mi historia, mi historia con él. Una historia donde los momentos malos ganan a los buenos. No puedo evitar arrepentirme de haber permitido que él se metiese en mi vida pero tampoco puedo evitar recordar su sonrisa, la primera sonrisa que me dedicó, de la que solo yo era dueña. Tantas tonterías dichas, tantos secretos compartidos, tantos momentos... Ya no queda nada de eso, solo quedan recuerdos. Bueno, recuerdos por mi parte, por la suya seguramente será una historia como otra cualquiera. Él solo tiene ojos para ella, y ella pasa olímpicamente de él, aunque no me lo diga, yo lo sé, está locamente enamorado de ella y yo me arriesgaría a decir que ella jugó con él, que él sintió lo mismo que sentí cuando la que se sintió como una muñeca rota fui yo. Me harto a decir que me la suda si folla o falla, si estudia o prefiere trabajárselas pero, cuando le veo, todo esos pensamientos se desvanecen y solo puedo concentrarme en sus ojos mirándome fijamente, en su sonrisa dirigida exclusivamente para mi, aunque solo sea por dos segundos. Para mi, esos dos segundos, son los mejores del día.

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