viernes, 21 de octubre de 2011

Las verdades, a veces, duelen.

No sé que me pasa, pero he llegado a un punto en el que veo tus fotos y no me duele, en el que hablo de ti con total normalidad, puedo ver tus estados, comentarios, etc, ... y reírme de todos ellos.  No sé que me hiciste para que estuviese así y tampoco sé que ha pasado para que esos efectos dejen de hacer mella en mi. Pero no me importa, porque después de mucho tiempo puedo decir que sí, que soy feliz; que os podéis casar porque me la suda; que aquellos números y aquellas fechas ya no significan nada para mi; que paso por delante de "nuestros sitios" y me acuerdo de todo menos de ti; que podría borrar todos tus mensajes y tu número de teléfono sin caer en depresión; que ya no te hago 5.000 mil visitas diarias a tu perfil porque ya no me interesa tu vida; que si me acuerdo de ti ya no lloro, si acaso, sonrío; que ella me sigue pareciendo la misma mala pécora de siempre pero ya casi no me importa si juega o deja de jugar contigo; que no quiero pasarme tardes y noches amargada en casa mientras los recuerdos me invaden, no, eso ya se acabó.
Voy a pasar de tu culo, voy a ser feliz, y cada vez que la vida quiera joderme recordándome lo bien que estás con ella, la sonreiré, daré meda vuelta y me iré. Porque mi felicidad ya no depende de ti, porque te he olvidado, porque ya no te quiero.

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