domingo, 22 de abril de 2012

Haces que yo muera por el dulce abrigo de tu voz.

Yo no he elegido quererte, ni que seas la razón de mi existencia. Tampoco elegí tu risa, ni que me mires así, con esos ojos que me lo dan todo. No he elegido temblar y sonrojarme cada vez que me hablan de ti, ni que cada suspiro que doy sea por y para ti. No he elegido tampoco los abrazos, ni las sonrisas, ni desear besarte cada segundo. No he elegido echar de menos tus tonterías. No he elegido sentirme plena simplemente porque existes, tampoco elegí el día ni el mes en el que apareciste. No elegí, ni siquiera, pensar en ti cada instante. Pero también quiero que sepas algo, si pudiese haber elegido, hubiese elegido vivir todo esto mucho antes.

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